La obra, de unos 13 metros de diámetro, constaría de dos escaleras helicoidales que descenderían hasta el nivel en que se encontraba el agua. Estas dos escaleras que jamás se encontrarían, estarían iluminadas y ventiladas por ventanas. Al tratarse de dos escaleras independientes, y no sólo una, permitirían a los animales de carga bajar a buscar agua a través de una de las rampas y volver por la otra sin cruzarse con los que bajaran ni hacer ningún giro brusco, haciendo así todo el proceso más rápido y fácil.
Este modelo de circulación dentro del pozo hace que, si dos personas se ven cara a cara a través de las ventanas al mismo nivel, aunque parezca que se encuentran muy cerca en el mismo plano, se encuentran, en realidad, muy lejos, teniendo que bajar hasta el fondo del pozo o subir hasta la superficie para poderse encontrar. Sin embargo, para llegar a aquel que se ve en una ventana más abajo o más arriba, basta con caminar sólo unos pasos. Las dos escaleras permiten otros recorridos que dan lugar a situaciones curiosas, por ejemplo, si dos deciden ascender desde el fondo del pozo cada uno por una escalera, se verán cara a cara a través de cada ventana, pero saldrán dándose la espalda el uno al otro, uno por el norte y otro por el sur.
Pozo de San Patricio
CARACTERÍSTICAS
La pureza de la geometría era el ideal perseguido por la arquitectura durante una época en la que el arte todavía confiaba plenamente en las nuevas ciencias, aunque no siempre las realizaciones respondían a esa pureza teórica. Se imagine un largo cilindro hueco, de 58 metros de profundidad y 4,70 de diámetro, rodeado por dos rampas en espiral independientes, de desarrollo paralelo; las paredes de las rampas están perforadas por setenta ventanas. El resultado de asomarse a uno de esos vanos es una perspectiva de multitud de arcos de medio punto, en una fuga vertiginosa.